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La comida en la mesa y él pidiendo.


Somos muchos a los que a la hora de comer, nuestros compañeros de vida consiguen convencernos con su mirada famélica y acaban probando algo de nuestro plato, que por el contrario al suyo, es variado, fresco y recién hecho... cómo podrían resistirse a algo así???.

Partiendo de la base de una perspectiva empática, negarnos a que disfruten saboreando lo que nosotros mismos degustamos, nos hace sentir egoístas, por tanto, y teniendo en cuenta el amor que les profesamos, acabamos cediendo a sus plegarias.

El problema de base, no es un desequilibrio en su dieta como erróneamente creen muchos, sino la respuesta a su demanda de una manera descontrolada.

En esta ocasión, no me voy a adentrar en el debate de una correcta alimentación basada exclusivamente con pienso, con lo que no estoy en absoluto de acuerdo, sino que me voy a centrar en el comportamiento a nivel familiar que debe tenerse en cuenta si queremos que la presencia de nuestro compañero a la hora de la comida, no sea un suplicio.

Lo primero que tenemos que acordar dentro del entorno familiar, es si en el espacio destinado para comer nosotros, ya sea el comedor o la cocina, tendrá el acceso permitido durante ese tiempo nuestro perro, porque si uno le deja pasar y otro no, o cuando no está uno se le deja pasar y cuando están todos no se le deja pasar, confundimos al animal, empiezan los problemas y las discusiones.

Lo mismo ocurre, si uno de los miembros de la familia le quiere dar, y el otro no. Nuestro compañero lo que entiende, es que puede seguir pidiendo, puesto que ya sea de uno u otro, al final acabará consiguiendo un riquísimo pedacito de carne, por ejemplo.

Yo no voy a decir lo que está bien o lo que está mal, porque repito que eso depende de cada núcleo familiar y sus pautas dentro de la convivencia, lo que sí quiero, es suplicar cordura y un buen entendimiento.

Si finalmente se considera que de vez en cuando o sólo una vez en cada comida se le puede dar un cachito de algo de nuestro menú, lo más aconsejable es que después de darle, se le diga que se vaya a su sitio, o incluso se le dé en su sitio directamente y una vez allí, se quede tranquilamente hasta que terminen todos de comer.

Si nuestro perro entiende que si pide, se le va a dar, pero a cambio de eso debe permanecer tranquilo en su cuna y esto se hace en todas y cada una de nuestras comidas, será muchísimo más fácil que entienda lo que se espera de él, puesto que se trata de un ejercicio básico de obediencia y control, el problema surgirá si como decía anteriormente, unas veces se le da y otras no, un día se le da tres veces, otro sólo uno, etc... siendo así, el animal siempre estará a la expectativa nuestra de cómo estaremos en el día de hoy, y si es el día de suerte, recibirá tanto como pida.

El "por un día no pasa nada", no es aplicable en la educación, me atrevería a decir ni tan siquiera en la nuestra. Coherencia y disciplina, siempre con amor, para asentar las bases de una exquisita educación que sin duda será, la mayor satisfacción de la convivencia con nuestros perros.


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